domingo, 29 de julio de 2012

Historia de México 2


BLOQUE I.- DESCRIBES LAS IDEOLOGÍAS QUE FORMARON A MÉXICO COMO ESTADO/NACIÓN.


1.- Contexto histórico en el que surge México como país independiente.
Después de consumarse la Independencia de México (27 de septiembre de 1821) se suscitaron acontecimientos que impactaron en todos los aspectos de la sociedad: económicos, políticos y sociales. La conformación del país que tenemos en la actualidad, se logró a través de diferentes luchas y debates que ayudaron en su organización, después de la Guerra de Independencia. Una vez consumada la Independencia, se presentó para la nueva nación, el reto de superar la crisis económica que se había generado durante la guerra, aunado con el establecimiento de un nuevo orden político.
La situación del país era precaria, las zonas económicas se habían visto afectadas, las minas despobladas, los canales de irrigación destruidos, se presentaron grandes desplazamientos de población y el rompimiento del proceso de producción minera y agrícola que sostenían gran parte de la economía de la antes llamada Nueva España. Aunado a los conflictos económicos por los que atravesaba el país se encontraba la expropiación de grandes capitales que la corona española impuso a la Iglesia, la cual fungía como prestamista de algunos comerciantes, artesanos y agrícolas.
El escenario político también se había visto deteriorado con la lucha independentista, puesto que a raíz de ésta surgieron problemas entre sus dirigentes debido a las ambiciones políticas de las nuevas fracciones que también pretendían el mando de la nación, contrastando un sector social marginado y sumergido en la miseria.
Dichas problemáticas fueron propiciadas enormemente por la inexperiencia de los grupos dirigentes para ejercer el gobierno de la nación, por la falta del conocimiento en la administración pública y por los intelectuales de la época que aprendieron a gobernar de los españoles peninsulares, generando en el país condiciones influenciadas del viejo orden político, heredado de la colonia.

2.- Las diferentes ideologías del S. XIX. Liberal, Conservadora, Radical.
Uno de los múltiples conflictos que México tuvo que enfrentar como país independiente, fueron las pugnas entre quienes defendían las dos ideologías que imperaban en nuestro país en el siglo XIX: liberal y conservadora.
Es importante aclarar que definir las ideologías liberal y conservadora no es tarea sencilla, puesto que en nuestro país estas adquirieron diferentes matices. Sin embargo, de manera general podemos afirmar que la ideología liberal sentaba sus supuestos en la transformación del país, otorgando especial importancia a las libertades individuales, restringiendo el poder de la Iglesia (desamortización de los bienes del clero) y separándola del Estado. También pugnaba por limitar los privilegios de la milicia. El individuo era primordial para los liberales, y el ejercicio de la libertad aún más: esta abarcaba la de pensamiento, expresión, asociación, etc. De igual forma, el liberalismo defendía la igualdad entre los individuos ante el Estado.
Los liberales del México del siglo XIX se dividían en liberales moderados y liberales radicales; los primeros no daban tanta importancia al individuo y pretendían conservar, en cierta medida, las tradiciones. Los liberales radicales, en cambio, sí se abanderaban en un cambio que abarcara todos los ámbitos de la vida de México. Deseaban a toda costa una república democrática representativa y federal.
Algunos de los liberales de aquella época más reconocidos en México fueron: Miguel Ramos
Arizpe, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo, Mariano Matamoros (1770-1814), Pedro Moreno González de Hermosillo (1765-1817), Valentín Gómez Farías (1781-1858), Ignacio Zaragoza (1829-1862) y Benito Juárez García (1806-1872).
La ideología conservadora, por su parte, pretendía un país influenciado y dirigido por la Corona española, así como mantener los privilegios y el poder eclesiásticos, y de la milicia. Deseaban un país rígido y que se formara una república central, es decir, pugnaban por un gobierno que se generara desde la capital del país (centro de la República, de ahí su nombre) y que el resto del territorio nacional fuera dividido en “Departamentos” cuyos administradores quedarían supeditados a la autoridad federal. Con esta ideología se identificaban los centralistas, que en su mayoría eran militares, clérigos y personajes acaudalados, como: Leonardo Márquez (1820-1913), Félix Zuloaga (1813-1898), Juan Nepomuceno Almonte (1803-1869), Miguel Miramón (1831-1867), Tomás Mejía (1820-1867) y Lucas Alamán (1792-1853), entre otros.
Entre otras cosas, el proyecto conservador llevó a cabo las siguientes acciones:
• Organizar y fundar el llamado Banco del Avío.
• Crear nuevas empresas en el país, sobre todo de la industria textil
• Impulsar la industria minera.
• Mejorar la ganadería y la agricultura.
En el siguiente tema veremos más a fondo cómo es que estas posturas ideológicas, junto con la masonería, influyeron en la vida política de nuestro país.

3.- Los proyectos de nación: Monárquico, Imperial.
Después de finalizada la Independencia, México debía resurgir de, de una serie de saqueos económicos y en especie, vejamientos que no habían tenido precedentes. El territorio había dejado de ser una colonia, y adquiría una nueva fisionomía, la de Estado-nación. Este concepto se definió a finales del siglo XVIII en Europa occidental y formó parte de la ideología para que varios países de América emprendieran su Independencia. Que México se constituyera en un Estado-nación implicaba que se convertía en un territorio soberano, con una delimitación definida, habitado por ciudadanos que tenían que estar bajo una misma organización social, y con un gobierno propio, bajo un Determinado conjunto de leyes.
Pero, ¿cómo lograr esto? Justamente fue aquí en donde surgió la pregunta: ¿qué tipo de gobierno regiría a México? Enseguida lo exponemos.

PROYECTO MONARQUICO (BORBONICO).
A fines de 1821, ciertos españoles respaldados de algunos criollos americanos aspiraban a que el Imperio Mexicano –tal como lo establecían los Tratados de Córdoba- fuera gobernado por un integrante de la casa de los Borbón (la dinastía reinante en España desde de inicios del siglo XVIII) para continuar la política de Fernando VII en un territorio independiente. Tal postura era defendida por comerciantes enriquecidos, burócratas menores y mayores, militares y dueños de vastísimas extensiones de tierra que no estaban dispuestos a perder sus logros y que ya tenían hijos nacidos en América o que se habían casado con mujeres mexicanas; también algunas autoridades de la Iglesia católica se encontraba al interior de tal propuesta pues habían acumulado riqueza y bienes inmuebles. Su excelente posición económica y política les posibilitaba ser considerados como personas importantes para mantener la estabilidad comercial y financiera del nuevo imperio, así como los contactos con otros países de los que se necesitaba reconocimiento para poder sobrevivir pues, realmente, ellos eran los poseedores de los recursos para lograrlo. Esas eran razones muy poderosas para poder negociar su inserción en el nuevo gobierno; si bien numéricamente eran pocos, concentraban cantidades considerables de riqueza, conocimiento y poder.

PROYECTO IMPERIAL (Agustín de Iturbide).
Una vez consumada la independencia de México, el personaje político principal va a ser Agustín de Iturbide, quien entró triunfante a la ciudad de México acompañado del ejército Trigarante el 27 de febrero de 1821.
Como primer paso Iturbide, cumpliendo con lo establecido en el Plan de Iguala, nombró el 28 de septiembre de 1821 una Junta Provisional Gubernativa del Imperio, encargada de mantener el orden y la paz y de convocar un Congreso que decidiese la forma de gobierno que México adoptaría.
La Junta Provisional proclama el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. En este tenor, la Junta Provisional designó a quienes formarían parte de la Regencia, de la cual Agustín de Iturbide había sido escogido para que fungiera como su presidente. Un mes después, habría de decretar la convocatoria del Congreso Constituyente.
El congreso comenzó a trabajar el día 24 de febrero de 1822, logrando diferenciarse tres posiciones entre los diputados, los cuales enarbolaban tres proyectos de nación distintos:

1. Los borbonistas, que proponían a un príncipe surgido de la casa real de España,
2. Los republicanos, que expresaban el derecho de representar al pueblo, sin el consentimiento manifiesto de éste, y
3 Los iturbidistas, que optaban por un gobierno de carácter monárquico que fuera regido por el propio Agustín de Iturbide.

España no reconoció la independencia de México ni aceptó enviar a uno de sus príncipes para que ocupara el trono del Imperio Mexicano. Esto fortaleció las ambiciones de Iturbide, quien acariciaba la idea de coronarse emperador y produjo hondas inquietudes en todos los sectores sociales y políticos principalmente en el Congreso.
Dentro de aquel ambiente de incertidumbre e intranquilidad, un sargento, llamado Pío Marcha, se lanzó una noche por las calles de la ciudad de México, gritando, junto con alguna tropa y gente que lo seguían: ¡Viva Agustín I, Emperador de México!. Y bajo la presión que ejercieron los militares y el populacho, al día siguiente, 19 de mayo de 1822, el Congreso declaró a Iturbide emperador.
El imperio duró poco. Tuvo Iturbide dificultades con los diputados que se oponían a las disposiciones imperiales, y acabó encarcelándolos, lo que provocó protestas y levantamientos.
Aparte la incertidumbre, la intranquilidad y el disgusto, las privaciones y la miseria eran generales. Antonio López de Santa Anna lanzó un plan y se pronunció, es decir, se levantó en armas: el Plan de Veracruz, que con el firmaron, el 6 de diciembre de 1822, Guadalupe Victoria y otros generales. Como remedio a todo se proponía la implantación de la República.
Iturbide se aprestó a defenderse; pero el 1° de febrero de 1823 los generales y las tropas que deberían combatir a Santa Anna, se unieron a éste en el desconocimiento del emperador y firmaron un nuevo plan: el que se conoce con el nombre de Acta de Casa Mata.
Queriendo Iturbide salir de tan difícil situación, reunió nuevamente al Congreso; pero los diputados, resentidos, manifestaron una vez más su oposición, y ello hizo que el emperador abdicara el 20 de marzo de 1823, y que, a los pocos días, saliera de México.
El Congreso dictó entonces un decreto que prohibía a Iturbide, bajo pena de muerte, volver al país. Con todo, Iturbide, que había partido para Italia, regresó a México al año siguiente, ignorando, según se supone, la existencia del decreto que lo ponía fuera de la ley. A su llegada fue aprehendido, sentenciado a muerte y fusilado, en el pueblo de Padilla (hoy del Estado de Tamaulipas) el 19 de julio de 1824.