lunes, 15 de noviembre de 2010

Dos noticias

Tengo dos noticias que compartir. Una buena y otra mala (o mejor dicho, no tan mala). La buena es mí que mi hijo, Lic. En educación Secundaria, especialidad en telesecundaria Ricardo Gamaliel Bello Hernández, egresado de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”, ha sido ascendido a ATP (Asesor Técnico Pedagógico). Buena noticia si se toma en cuenta que como docente apenas si lleva dos años de servicio. En una ocasión le comenté que sus alumnos habían perdido la oportunidad de tener a un buen maestro. Y digo buen maestro no sólo por que conozco sus capacidades, sino porque su alma máter es una institución de reconocido prestigio, no sólo estatal, sino nacional . Se sabe de muchos maestros que pasan toda su vida frente a grupo y ni un tantito les pasa por su mente realizar una función tan delicada como la de ser asesor . El asesor técnico pedagógico (ATP) es pieza clave en la capacitación de los docentes frente a grupo en educación secundaria. Su función sería dar estrategias de trabajo, metodología, materiales didácticos, asesoría en planificación, en el uso de la tecnología, entre otras. Sin embargo, no se da así en la realidad, por distintas razones: no existe un manual que regule sus funciones, así como tampoco un reglamento que especifique un perfil del ATP. Por lo tanto en la mayoría de los casos quien lleva a cabo esta labor no puede capacitar, si él desconoce, aquello que debe brindar a sus asesorados. La investigación gira en torno a cual es el impacto real en los centros de trabajo.

La mala noticia es que , yo como sus alumnos, me hubiera gusta que entrara más en contacto directo y por más tiempo con la materia prima en educación, que son los alumnos. La función insustituible del maestro de grupo trae experiencias que a la postre nos sirve para poder dilucidar con mayor claridad el hecho pedagógico.